miércoles, 23 de abril de 2014

Una pasión que nació leyendo Ivanhoe



Jacques Le Goff

Hasta el final de su vida Le Goff siguió produciendo investigaciones y ensayos fundamentales para comprender e interpretar la Edad Media sin clisés

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Foto: La Nación
Hijo de un profesor de inglés de ideas anticlericales y de una profesora de piano católica, con inclinaciones sociales e izquierdistas, Jacques Le Goff nació en Toulon, el 1 de enero de 1924. Como recordó en numerosas ocasiones, su pasión por la Edad Media, brotó muy temprano de la conjunción de dos lecturas --Ivanhoe de Walter Scott y la Historia de Francia de Jules Michelet-- y las enseñanzas de Henri Michel, su profesor de historia en el liceo, quien más tarde sería un miembro activo de la Resistencia y uno de los principales especialistas en la Segunda Guerra Mundial. No obstante, las urgencias de la historia contemporánea retrasarían un poco la cita del joven Jacques y el Medioevo. En efecto, convocado durante la ocupación de Francia para el Servicio de Trabajo Obligatorio implementado por el gobierno de Vichy a requerimiento de la Alemania nazi, Le Goff huyó de Marsella, adonde se había trasladado para continuar sus estudios, se refugió en los Alpes y se sumó al maquis, con la tarea de recibir armas y medicamentos para la Resistencia.

Concluida la guerra y ya en las aulas de la prestigiosa École Normale Supérieure, Charles-Edmond Perrin lo orientó a investigar sobre la fundación, en el siglo XIV, de la Universidad de Praga, para lo cual viajó a esa ciudad, donde asistió al "golpe de Praga" de 1948. Esa circunstancia --señaló en diversas entrevistas-- lo alejó de la atracción que muchos de su generación sintieron por la URSS, aunque siempre reivindicó la necesidad de tener en cuenta y reflexionar acerca del aporte de Marx. Después de aprobar su concurso de agrégation, Le Goff pasó un año en Oxford y otro en Roma, trabajó un año en el CNRS (Centre National de la Recherche Scientifique) y se desempeñó como profesor asistente en la Facultad de Lille antes de obtener, en 1960, un cargo en la VI sección de la Escuela Práctica de Altos Estudios (EPHE) dirigida por Fernand Braudel, que sería de allí en más su principal ámbito de trabajo.

Luego de la publicación de dos libros pequeños y sustanciosos que desde entonces no han dejado de reeditarse (Mercaderes y banqueros de la Edad Media, en 1956 y Los intelectuales en la Edad Media, en 1957), la aparición de La civilización del Occidente medieval (1964) mostró a Le Goff plenamente volcado a profundizar las líneas transformadoras propuestas por la Escuela de los Anales (así llamada por la revista Annales d'Histoire Economique et Sociale, fundada en 1929 por Marc Bloch y Lucien Febvre). El gran objetivo es forjar una historia totalizadora y viva, superando la concepción de la historia como relato de una sucesión de acontecimientos militares, políticos y diplomáticos; internándose más allá de las fuentes tradicionales; enriqueciendo la mirada del historiador con las perspectivas de otras ciencias humanas. Los trabajos de Le Goff, Georges Duby, Pierre Nora y Philippe Ariès pronto ampliaron el campo de investigación, al principio centrado en la historia económica, la demografía y los problemas de la "larga duración", en la dirección de la historia de las mentalidades y la antropología cultural. En 1969 Le Goff accedió, junto con Emmanuel le Roy Ladurie y Marc Ferro, a la dirección de los Annales y tres años más tarde, sucedió a Braudel como presidente de la EPHE, que bajo su gestión se transformó en establecimiento autónomo con el nombre de Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (EHESS).

Los compromisos institucionales no afectaron el vertiginoso ritmo con que Le Goff siguió produciendo a lo largo de toda su vida libros fundamentales para una comprensión de esa "larga" Edad Media [ver adelanto] liberada, tanto del estereotipo del oscurantismo lúgubre como de la visión idealizada de tiempo del amor y la caballería. Una Edad Media que --no dejaba de recordar-- nos legó desde la ciudad y las universidades hasta el tenedor. Son muestra de ello, entre otros títulos, Pour un autre Moyen Age (1977), El nacimiento del purgatorio (1981), El imaginario medieval (1985), La bolsa y la vida (1986), Saint Louis (1996), el Diccionario razonado del Occidente medieval (con J.-C. Schmitt, 1999), ¿Nació Europa en la Edad Media? (2003). Al mismo tiempo, concibió obras en que plasmó sus reflexiones historiográficas como Historia y memoria (1988), La Nueva Historia (con R. Chartier y J. Revel, 1978), Hacer la historia (con P. Nora, 1974).

Dotado de una envidiable claridad conceptual y expositiva, convencido de que la divulgación no sólo no está reñida sino que, muy por el contrario, es uno de los deberes del historiador ("Un historiador hoy tiene un triple deber: la investigación, la enseñanza y la divulgación", afirmó entrevistado por Martine Fournier), Le Goff se aventuró también en la arena de los medios masivos de comunicación, al producir, por ejemplo, el ciclo Los lunes de la historia, emitido por France Culture desde 1968.

"Historiador hasta el tuétano, ha estado, más que cualquier otro, atento a la dimensión fundamental de la historia, el tiempo y la conciencia del tiempo", escribía Pierre Nora en uno de los artículos de L'ogre historien (El ogro historiador, 1999), el libro de homenaje que sus colegas dedicaron a Jacques Le Goff, cuando él cumplió 75 años. Sus últimos libros, A la recherche du temps sacré. Jacques de Voragine et la Légende dorée (2011) y Faut-il vraiment découper l'histoire en tranches (2014), publicado apenas unos meses antes de su deceso el pasado 1 de abril, demuestran que esa atenta sensibilidad de historiador lo acompañó hasta sus últimos días.  


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