miércoles, 5 de marzo de 2014

Jane Austen, la autora que se fusionó con sus criaturas



  • Jane Austen es uno de los mayores fenómenos fan de la literatura mundial.
  • Su presencia en Internet es apabullante: clubs de lectura, foros, etc.

Anne Hathaway en la película 'La joven Jane Austen'.
Jane Austen es en la actualidad, nada menos que doscientos años después de que se publicara por primera vez Orgullo y prejuicio, uno de los mayores fenómenos fan de la literatura mundial. El paso del tiempo, las elaboradas y exitosas ediciones de sus libros, los comentarios de sus lecturas, pero, sobre todo, las exquisitas series de la BBC y ahora las numerosísimas páginas y foros dedicados a ella han logrado que el suyo sea uno de los casos más extraordinarios de fusión entre un autor y sus personajes, elementos, ambos, que generan auténtico fervor y un merchandising de dimensiones planetarias.

Jane Austen se ha convertido, pues, en cualquiera de sus personajes. Ha pasado a adquirir la fisonomía de sus Marianne Dashwood, sus Anne Elliot, sus Mr. Darcy y hasta sus Caroline Bingley, aunque sólo sea para mostrar su disconformidad con el comentario de la dama acerca de lo que debía ser una joven perfecta: «Una mujer debe tener un conocimiento profundo de música, canto, dibujo, baile y lenguas modernas. Y además de todo esto, debe poseer un algo especial en su aire y manera de andar, en el tono de su voz, en su trato y modo de expresarse». Unas cuantas películas prescindibles han pretendido, además, crear un retrato de una Austen que supera el carácter irónico que exteriorizó en sus novelas para asumir uno levantisco y redicho, casi pedantón, arrebatando de esta manera a sus lectores la posibilidad de atesorar una imagen de la novelista más personal e íntima, basada esencialmente en sus obras. A Austen se la relaciona con sus mujeres de acción, pasionales y empecinadas, inconformistas, que buscan una educación racional alejada del aprendizaje de esas «habilidades» que debían cultivarse en la sociedad de su época en la campiña inglesa, sin olvidar, naturalmente, la necesidad de soñar y de creer en el triunfo del bien y del amor tras superar pequeñas tragedias y pequeños obstáculos. No obstante, podríamos ir incluso más allá: si nos centrásemos en esas mismas series de la BBC, en esos productos cinematográficos y en algunos foros, llegaríamos a la conclusión de que Austen es ya un estado de ánimo. Una inspiración vinculada a la placidez, al té a media tarde, a los paisajes verdes e infinitos al otro lado de la ventana y a los largos paseos por esos mismos paisajes. Todo ello a la espera del próximo baile, la próxima carta o la celebración de la próxima boda.


Hoy podemos encontrar mezclas de té inspiradas en sus protagonistas, grupos Jane Austen en Facebook, personajes suyos convertidos en vampiros, zombis y monstruos marinos, abanicos con su efigie, gorritos y libretas… Un mercado inabarcable. Todo lector-fan de este delicioso tejido de sombrillas, bordados y colores pastel ha de visitar, en persona o en la red, el Jane Austen Centre, situado en Bath, en el número 40 de Gay Street, cerca de la casa en que vivió realmente la autora en 1805. Se trata de un museo dividido en pequeñas estancias que se visita en grupos dirigidos por voluntarios que acompañan a los turistas, en primer lugar, a una de las salas de la planta superior, donde se da paso a un vídeo sobre la vida de la autora. A continuación, el devoto de Austen puede pasear a su antojo por la casa y contemplar los maniquíes vestidos con ropas de la época, los sombreros, los juegos de té, el mobiliario, las chimeneas, las cortinas… El centro organiza anualmente un festival en el que los asistentes se visten y comportan durante unos días como se supone que se hacía en el periodo de la Regencia. Este año, el encuentro se celebrará entre el 13 y el 21 de septiembre: http://www.janeausten.co.uk/festivalhome/

Entrar en el universo Austen en la red supone una aventura que puede derivar en todo un síndrome de Stendhal. Entre páginas, foros, gadgets, libros dedicados a ella, recreaciones de sus obras, seguidores que a veces confiesan no haber leído sus novelas pero que veneran todo lo que huela a Austen, la autora que no quería que arreglaran la puerta que chirriaba al abrirse porque el sonido la avisaba de que llegaba alguien y así podía esconder los papeles en que estuviera escribiendo ha pasado a convertirse en una eficaz fuente de ingresos y en el símbolo de un pasado inglés idealizado en el que nadie pasaba frío, las conversaciones eran siempre brillantes, las tazas de té se eternizaban sobre unas manos delicadamente dispuestas y todo acababa bien. 



Cinco lugares que visitar

1- Jane Austen Centre → http://www.janeausten.co.uk 

2- Hablando de Jane → http://hablandodejaneausten.com • Boletín de noticias de Jane Austen en español.

3- El sitio de Jane → http://janeausten.zxq.net • Página desde la que se puede acceder a su foro → http://janeausten.mforos.com  Llamado: El salón de té de Jane, y a su cuenta de twitter → http://twitter.com/SalonJaneAusten

4- Jane Austen en castellano → http://janeaustencastellano.wordpress.com • Página surgida a partir del grupo de discusión → http://espanol.groups.yahoo.com/group/JAcastellano/ • sobre las novelas de Jane Austen.

5- The Republic of Pemberley → http://www.pemberley.com • Principal foro en inglés dedicado a la autora.




Pilar Adón



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El secreto de Jane Austen



  • Hace dos siglos, tal día como hoy, aparecía 'Orgullo y prejuicio', de Jane Austen, una de las obras esenciales de la literatura universal

La escritora británica Jane Austen (1777-1817) / EL PAÍS
La sabiduría es mejor que el ingenio y, a la larga, sin duda, tendrá la risa de su lado.
Jane Austen


Hay escritores que nos gustan, escritores a los que admiramos y escritores a los que quisimos desde el primer párrafo del primer libro suyo que nos tuvo entre sus manos. Escritores entrañables cuyas historias se vuelven parte de las nuestras. Jane Austen (1775-1817) es una de ellos. No solo es admirable o fascina, sino que sus novelas son un legado esencial que cuanto más pronto se entrega con más alegría se contagia.

No mucho antes de que la querida Jane se volviera una celebridad del siglo veinte, yo le regalé a mi hija, de trece años, la novela que a partir de entonces es la llave de nuestras mejores conversaciones. Porque desde los noviazgos hasta los acantilados encuentran cobijo en la sencillez y la inteligencia de lo que narra.

Hay, tras la voz que escribe Orgullo y Prejuicio, una mujer sabia que, a los veinte años, discierne como si llevara cincuenta reflexionando sobre los vicios y virtudes de los seres humanos. En medio de una vida tranquila, dentro de una familia armoniosa y de costumbres sencillas, Jane escribió, para leerles a sus hermanos, historias que resultan emocionantes porque tras el cuento de quién se casa con quien, ella entrega la fuerza de una narradora capaz de desentrañar los entresijos de un mundo mucho más complejo que el regido por las formas y las apariencias de su tiempo. ¿Cómo no leerla con humildad y sin prejuicios, con asombro y devoción?

Primera página de la edición de 'Orgullo y prejuicio'
de Jane Austen, del 28 de enero de 1813. / 
EL PAÍS
No digo nada nuevo al afirmar que, mientras Jane escribía, el mundo de las mujeres terminaba en la puerta de sus casas. Por inteligentes que fueran: la mamá de Jane era una mujer ilustrada, que al tiempo en que cuidaba una casa con siete hijos y varios alumnos de su marido, alcanzó a tener tiempo para escribir algo de poesía. Cierto que Jane tuvo a su alcance los libros de la biblioteca de su padre y que pudo leer desde niña con placer y alegría, pero no hubo en ella ni el remoto sueño de convertirse en alguien cuya primera y explícita profesión fuera escribir. Menos aún imaginar el reconocimiento y la exaltación de su trabajo.

Hace tiempo intenté, como cualquier lector incauto, indagar qué amores, qué precisa memoria había urgido a Jane a escribir. Leí lo que pude sobre su vida en Pemberly, el cariño de su padre, el gusto por sus hermanos, su intensa amistad con Cassandra, su hermana. Leí de su gusto en el campo y su reticencia en Bath, leí sus cartas, su fervor y quise relacionar las nimiedades que se saben y lo mucho que se ignora con los libros de la distinguida y encantadora miss Austen. Como si alguien que se dedica a escribir no debiera saber que la realidad es una anécdota más entre las muchas que imagina un escritor. Así las cosas, conseguí estar segura de que Elizabeth Bennet, el personaje esencial de Orgullo y prejuicio, fue una mujer audaz que lo sigue siendo, como fueron y siguen siendo: su mamá un soliloquio en voz alta, sus hermanas menores unas frívolas, su papá un lector escéptico, su hermana mayor una suave y hermosa criatura. Pero que no es de la biografía de Jane, sino de su talento, su sentido del humor, su mirada y su imaginación, que salieron estos personajes.

Pionera sonriente, Jane hizo su camino sin aspavientos, pero no creo que ignorando la fuerza de su literatura. Jamás escribió nada en que hablara de sí misma como la creadora de algo excepcional, pero tiene que haber sabido que su prosa encantaba y era de una elegancia y de una sonoridad nada usual. No creo que imaginara cuánto íbamos a quererla doscientos años después, ni de qué modo sus libros iban a entrar por nuestras casas en todos los idiomas y por todos los medios, haciéndonos saber que la incertidumbre y la honradez, la fuerza de las convicciones y la generosidad, siguen siendo actuales.

"Los ojos de Jane Austen eran premonitorios. Alguien creería que estoy loca si digo que fue una feminista, pero la verdad es que ninguna de sus heroínas tuvo a bien suicidarse para salir de un entuerto, mejor lo desafiaban como ahora se supone que debe hacerse."

Vivir en un pequeño pueblo, la patria y el destino de Jane Austen, nos sucede a todos. Cualquier mundo es un pañuelo y en cualquier lugar la gente va haciendo la vida diaria mientras elige o abandona. Como en los libros de Jane Austen. Por eso fascina el irónico deseo de lo ideal que hay en sus historias. Por eso es posible imaginar que se parecen a las nuestras.

Gente que tiembla con los preparativos de una fiesta, que ve los viajes como expediciones y los noviazgos como una duda entre dos templos, habrá en todos los tiempos. Personajes como esos que creían en que la confusión tiene remedio y por su causa eran capaces de meterse en lo inaudito, sigue habiendo. Sobre todo, gente con ojos capaces de imaginar el destino como algo en lo que uno puede incidir, es tan crucial ahora como fue entonces.

Los ojos de Jane Austen eran premonitorios. Alguien creería que estoy loca si digo que fue una feminista, pero la verdad es que ninguna de sus heroínas tuvo a bien suicidarse para salir de un entuerto, mejor lo desafiaban como ahora se supone que debe hacerse. Y se hacían dueñas de sus vidas por obra y gracia de su santa voluntad. Como la propia Jane. Sola, mejor que mal acompañada. O como Elizabeth Bennet, excepcional y drástica, sencilla y elocuente.

Escribir es un juego de precario equilibrio entre el valor y la soberbia. También entre sus opuestos: el miedo y la humildad. A veces ninguno alcanza para contarlo todo. Ahí mismo está el secreto de la señorita Austen. Y su enseñanza: en ese equilibrio.

De tal secreto da fe Orgullo y prejuicio, la bendita novela que ahora cumple doscientos años, tan radiante y sabia como nunca. • 



Ángeles Mastretta



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